Estos días un anuncio publicitario dedicado a las madres inunda las redes sociales con un mensaje contundente relacionado con la educación: el aprendizaje nunca cesa, y el esfuerzo en la formación de los hijos siempre merece la pena.
El tema en el que se basa la campaña son los juegos olímpicos de invierno -esquí, patinaje artístico, hockey hielo o snow- y va definiendo las diferentes etapas de aprendizaje por las que pasa un niño, en todas ellas muy presente la familia, en concreto la madre.
Una madre que te levanta, un padre que te anima, el que te limpia la herida o una familia que grita desde el campo:
Nos ha parecido apropiado compartirlo porque el esfuerzo que realizan los padres para que sus hijos salgan adelante, sean personas competentes, honestas, que aprendan a pensar y cuenten con competencias que les preparen para la vida. Este esfuerzo en muchas ocasiones es ingente. No sólo la situación económica, sino también el estrés generalizado, la inestabilidad social y laboral, los cambios en el sistema educativo, aunque la familia intenta reorientar al niño y fomentar la mejora de sus capacidades, no siempre es fácil… y no siempre se percibe a simple vista. Muchas corrientes opinan que es responsabilidad de los padres la evolución académica de los hijos, y Luisa F. Marin comenta en La Familia que la perseverancia y la consistencia son claves en la educación que un niño recibe en casa. ¿Merece la pena? Creemos que si.
La personalidad del ser humano se va conformando durante toda su vida, pero la infancia y la adolescencia nos definen casi al 90%. Todos los pequeños aprendizaje que la persona percibe a una edad temprana calan en su subconsciente y se quedan para siempre y son los padres quienes definen un plan para sacar lo mejor de los suyos. Una aventura apasionante.
Y vosotros, ¿sois de los que pensáis que depende de los padres la evolución académica de los alumnos?
¿Creéis que es el colegio y sus compañeros quienes lo definen como persona?
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